El pueblo Tawahka se encuentra ubicado en la región conocida como el Patuca Medio, en la Reserva de la Biosfera Tawahka Asangni, la cual forma parte de la sección hondureña del Corredor Biológico y Cultural Mesoamericano, que es conocido como la segunda reserva de bosque más grande de América. Los asentamientos tawahkas en la actualidad se distribuyen en seis comunidades: Parawasito, Kunkunwas, Yapuwas, Sutakwas, Krautara y Krausirpi.
Ubicación Geográfica
Departamentos de: Olancho y Gracias a Dios.
Hábitat
Está cubierto de bosque tropical lluvioso o subtropical, sin embargo, la deforestación ha destruido buena parte del mismo. Actualmente la reserva Biosfera Tawahka Asangni, que fue declarada oficialmente como zona protegida por el Congreso Nacional de Honduras en diciembre de 1999, está en peligro de extinción por la extensión masiva de la de ganadería.
Población: 2,690
Según el Censo de Población y Vivienda de 2013.
El pueblo Tawahka, cultural y lingüísticamente, es un subgrupo perteneciente a la familia misumalpa (Sumo, Miskitu y Matagalpa) de origen macro-chibcha, quienes antiguamente llegaron del sur del continente americano.
El pueblo Tawahka es uno de los pueblos originarios cuyo asentamiento ancestral fue anterior a la conquista. Han sido conocidos como “sumos”, un término peyorativo recogido equivocadamente por algunos investigadores. Sus tradiciones se encuentran entremezcladas con las del pueblo Misquito como resultado de los siglos de relación entre ellos.
Su lengua materna es el tawahka, pero utilizan también la lengua misquita como segunda lengua y el español. El Tawahka es una lengua emparentada con las lenguas matagalpa y miskitu, su tronco lingüístico es macro-chibcha.
Cultivan yuca, plátano, arroz, frijoles y cacao. La agricultura la complementan con la caza y pesca. Elaboran artesanías con majao (bolsas, hamacas y trajes típicos), tuno y madera (cayucos, pipantes, canaletes, morteros, mazos y entre otras). El trabajo asalariado es poco común y en el pasado se dedicaban a la extracción del oro.
El relativo aislamiento en el que se encontraron por un tiempo favoreció la preservación de su cultura, saberes, tradiciones, cosmovisión y lengua. Su universo cultural se fundamenta en la solidaridad entre sus miembros y su estrecha relación y equilibrio con la naturaleza. Se les considera como uno de los pueblos indígenas de América capaz de conocer el uso del 75% de las plantas de su entorno natural.